Aunque todavía sigue con molestias y algún que otro dolor de cabeza, “sobre todo después de los entrenamientos”, Óscar Freire empieza a superar el bache que le ha tenido seis meses apartado de las competiciones y, por segundo año consecutivo, sin posibilidad de disputar el Campeonato del Mundo, su gran especialidad.Aquejado de extraños mareos y problemas cervicales que le han obligado a visitar las consultas de varios especialistas en traumatología, neurología y fisioterapia de media Europa, el cántabro empieza a ver la luz según se acerca el inicio de la temporada. “He estado doce días concentrado en Almería con el equipo Rabobank y, la verdad, me he encontrado mejor de lo que esperaba.
No estoy del todo bien, pero al menos voy poco a poco mejorando”, explica desde su casa de Torrelavega, en la que permanecerá unos días antes de trasladarse a su domicilio de Suiza. “En casa, antes de ir a Almería, no me veía nada bien, pero he vuelto contento porque, aunque con algunos problemas, he podido hacer los mismos entrenamientos que los demás”, con una media de cuatro horas y media diarias de bicicleta. “He estado mucho tiempo haciendo de todo para curar la lesión y, ahora que por aburrimiento lo he dejado todo, he empezado a mejorar”.La prueba de fuego, sin embargo, la pasará cuando se ponga otra vez un dorsal, porque “no es lo mismo entrenar que competir”.
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