03 enero 2007

Induráin, diez años después


Por los diminutos pueblos que recorre el Tour, por los parajes de tradición ciclista de la Vuelta, por mesetas y puertos, por el corazón del aficionado a las bicis, aquellas palabras convirtieron la fecha en un relicario. «Hoy, 2 de enero de 1997, quiero anunciar públicamente mi retirada del ciclismo profesional». Miguel Induráin lo dijo sin mover una pestaña, sin conceder un centímetro a la emoción fácil, sin el recurso al lagrimeo simplón de las despedidas tan habitual entre los deportistas contemporáneos.


Aquel folio beige con 38 líneas transcritas a máquina que leyó el navarro en un hotel de Pamplona entronizaron la leyenda del deportista español más impactante de la época moderna. Ayer se cumplieron diez años sin Induráin.«Deseo disfrutar del ciclismo como aficionado», siguió aquel día en un mensaje que ni lanzado a propósito por el peor de sus enemigos. Se fue Induráin en 1997 y desde entonces el ciclismo languidece en España, arrastrado por un sistema viciado.


«He tomado la mejor decisión para mí y para mi familia. Ellos también me están esperando». Por ahí no caben dudas. El primer hijo de Induráin nació cuando él ganaba su último Tour, en 1995, y desde entonces la saga ha crecido con dos varones más. Ése fue uno de los motivos por los que el pentacampeón cambió su hogar de Olaz (un barrio residencial) al centro de Pamplona, donde hoy vive como un jubilado sin preocupaciones.Su agenda para este mes sería la envidia de cualquier ex deportista sin otra pretensión que disfrutar de la vida y el tiempo libre. La inauguración de la Feria Deporte Total en Madrid, el apadrinamiento de una prueba pirenaica de ciclismo aficionado, unas charlas-coloquio en varios colegios de Almendralejo al hilo de las andanzas del ciclismo, la recepción de un premio nacional de juego limpio de parte del Gobierno de Castilla-La Mancha... Ése es su estrés vital.


Induráin se ha alejado voluntariamente del ciclismo, de sus órganos de decisión, de sus puntos de influencia. Es miembro del Consejo de Ciclismo Profesional de la Unión Internacional (UCI) en una especie de cargo consultivo. Apenas acude a las carreras y ha rechazado casi todos los ofrecimientos que le han hecho para convertirse en otro Perico Delgado, siempre presente en cualquier sarao.«No voy porque me van a marear entre todos», fue su última respuesta para la invitación de una peña ciclista del norte que pretendía rendirle homenaje. Enemigo de la farándula, de las complicaciones sociales, Induráin guarda toda su fidelidad para sus amigos, para la cuadrilla de ex ciclistas con los que comparte charla, cenas y negocios. Es socio de los hermanos Gorospe, Lejarreta y Leanizbarrutia en las tiendas de deportes Fórum, la empresa propiedad de Eroski que acogió como accionistas a un gran número de ciclistas y futbolistas.


Negocios diversos


Su última aparición en un acto promocional fue una cena en un restaurante de Algorta (Vizcaya), donde se juntó con sus mejores amigos en una invitación. Su hermana Isabel sigue siendo la encargada de sus negocios, como cuando ganaba Tours. Continúa al frente de sus inversiones en fincas de cultivo, en propiedades inmobiliarias y en un concesionario de coches (Mazda) que compartió con su antiguo padre deportivo, Eusebio Unzué.Por ahí ha cerrado ya una herida: la fractura con sus mentores, José Miguel Echávarri y Unzué. Uno de sus principales motivos para dejar la bicicleta aquel 2 de enero. Antes no se hablaba con ellos y ahora mantiene una cordial distancia. Induráin se puso de parte de su médico Sabino Padilla y en contra de Echávarri y Unzué cuando éstos estiraron con el récord de la hora la gira americana en octubre de 1995, que había incluido una semana de concentración en Colorado, el oro en la contrarreloj en Tunja, y la plata frente a Olano en el Mundial más famoso de la historia en España. Luego llegó aquella Vuelta desdichada (1996), la que Induráin no quiso correr y que acabó de mala manera con la retirada al paso por el Hotel Capitán, de Cangas de Onís.


En su momento rechazó la oferta que le hizo Alfredo Sáez, ex presidente de Banesto -un cargo vitalicio como defensor del cliente en el banco que había patrocinado sus cinco conquistas en el Tour- porque no quiso comprometerse a obligaciones laborales.Es un ídolo del nivel de Jordan o Schumacher que no ha modificado sus hábitos con el autógrafo. Una rúbrica generosa, envolvente, densa que explica su personalidad paciente con el público. Induráin se fue, el ciclismo está medio muerto y aún pervive en el recuerdo aquella frase: «Físicamente estoy bien y pienso que todavía podría estar en condiciones de lograr el tan deseado sexto Tour».


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